Tratamiento médico del síndrome de Tietze: ¿En qué consiste y cuándo es necesario?

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Medicamentos para el síndrome de Tietze: antiinflamatorios y analgésicos más comunes
El uso de antiinflamatorios es el tratamiento más habitual para el síndrome de Tietze, sobre todo cuando el dolor es intenso y localizado. Medicamentos como ibuprofeno, diclofenaco o naproxeno ayudan a reducir la inflamación en la unión costal afectada. También se puede recurrir a analgésicos como paracetamol para controlar el dolor cuando no hay una inflamación marcada o cuando se requiere un efecto más suave. En algunos casos, el médico puede prescribir combinaciones de ambos.
Si bien estos medicamentos suelen dar alivio en pocos días, su uso prolongado no es recomendable debido a posibles efectos secundarios gastrointestinales, hepáticos o renales. Además, cuando el tratamiento se basa solo en pastillas, el dolor puede regresar en cuanto se suspende el fármaco. Por eso, es fundamental que el paciente no dependa exclusivamente de los medicamentos, sino que entienda que se trata de una herramienta temporal, útil para ganar margen y aplicar otros abordajes de raíz.
Frío y calor en el síndrome de Tietze: cómo aplicar estas terapias físicas
El uso de crioterapia (frío local) en los primeros días de dolor agudo puede ser una gran ayuda para reducir la inflamación y aliviar la sensibilidad en la zona esternocostal. Aplicar una bolsa de hielo o compresas frías durante 10-15 minutos, varias veces al día, puede disminuir la sensación de quemazón y calmar el tejido irritado.
En fases más crónicas, cuando la inflamación ya no es tan activa pero persiste la rigidez, se puede alternar con terapia de calor (bolsas térmicas, duchas calientes o infrarrojos), que ayudan a relajar los músculos intercostales y mejorar la circulación en la zona. Estas terapias físicas no sustituyen el tratamiento médico, pero potencian sus efectos y mejoran la respuesta del cuerpo, sobre todo cuando se combinan con ejercicios suaves de movilidad torácica. Saber cuándo usar cada técnica y cómo integrarlas correctamente marca una gran diferencia en la evolución de la dolencia.
Infiltraciones para el síndrome de Tietze: una opción para casos crónicos o intensos
Cuando el dolor no cede con antiinflamatorios orales o persiste durante varias semanas, algunos profesionales pueden considerar el uso de infiltraciones con corticoides en la zona afectada. Esta técnica consiste en aplicar una inyección directa en la articulación inflamada, con una dosis controlada de medicamento antiinflamatorio de acción prolongada.
En general, los resultados son positivos en el corto plazo: el dolor disminuye considerablemente y permite que la persona retome sus actividades. Sin embargo, las infiltraciones no deben repetirse con frecuencia, ya que pueden dañar los tejidos si se usan de forma abusiva. Tampoco deben verse como una solución definitiva. Si no se corrigen los factores que provocan la irritación —como una mala respiración, gestos repetitivos o tensión postural— el dolor puede volver. Por eso, estas técnicas deben usarse con criterio, como un recurso puntual en el marco de un tratamiento más amplio.
Cuándo acudir a un especialista por síndrome de Tietze: manejo en casos persistentes
Aunque no es habitual, en algunos casos el síndrome de Tietze puede convertirse en un dolor crónico que no responde al tratamiento convencional. Si han pasado más de 6 u 8 semanas con síntomas continuos, el médico puede valorar la derivación a un reumatólogo, un fisiatra o una unidad del dolor. Estos especialistas tienen más recursos para evaluar el cuadro de forma integral y proponer estrategias avanzadas.
En estos casos, se puede considerar el uso de medicamentos neuromoduladores, fisioterapia especializada o incluso abordajes más específicos como la radiofrecuencia o bloqueos nerviosos. Aun así, el tratamiento debe seguir teniendo una base funcional: es decir, no solo calmar el dolor, sino entender qué lo mantiene activo. Por eso, incluso en fases avanzadas, siempre es útil revisar la postura, la mecánica respiratoria y el entorno emocional del paciente.


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